La visita de Christine Lagarde para reanudar la relación entre el FMI y la Argentina, interrumpida desde hace 15 años, es una nueva vuelta a las recetas que invariablemente fracasan en su objetivo declamado de superar las dificultades económicas con ajuste de gastos. Con el nuevo condimento del aumento de la edad jubilatoria y el incremento de las tarifas públicas, la vieja receta del Fondo sigue aplicándose a pesar de que ninguno de los países que las puso en práctica a lo largo de medio siglo pudo mejorar su situación estructural. Dejamos aquí una breve descripción de los desastres protagonizados por el FMI en diez países. No son todos, pero el resultado vale de muestra para prever lo que se viene con el regreso del Fondo.
Para comenzar, vale la pena rescatar el papel que cumplió el Fondo Monetario Internacional en la crisis argentina de 2001, comentado por un reconocido experto en finanzas internacionales:
Argentina. En 2003, tras el default ocasionado por seguir las políticas del Consenso de Washington que el FMI recomendaba a todos los países deudores, el Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz, ex economista jefe del Banco Mundial, criticaba que el FMI le estuviera exigiendo más austeridad fiscal para mejorar la situación. “Es exactamente lo contrario de lo que la lógica económica recomienda, o bien de lo que los gobiernos de los países industrializados consideran la práctica normal – ahorrar cuando la economía florece y gastar para sacarla de la recesión”, sostenía Stiglitz.
¿Cambió el Fondo a partir de este tipo de fracasos? Las recetas para tres países que en la actualidad están siguiendo sus recomendaciones demuestran que todo sigue igual:
Sudán. Uno de los últimos despropósitos del FMI es su estrategia para este país devastado por guerras civiles y dividido desde 2011. En noviembre, un equipo de veedores del FMI que visitó Jartum, la capital sudanesa, recomendó reducir los subsidios al trigo, que regulan el precio del pan y a los combustibles. En un país que padece hambrunas la recomendación sonaba siniestra. Sin embargo, la Asamblea Nacional aceptó el recorte a esos subsidios en diciembre. Los comerciantes se anticiparon y trasladaron rápidamente el incremento del costo a los consumidores y el precio del pan se duplicó. La crisis generó una incertidumbre política que está desgastando al hasta ahora poderoso Omar al Bashir. La situación de la población, lejos de mejorar ha empeorado notablemente. En 2013 Sudán ya había probado la receta del ajuste con un fuerte recorte de subsidios a los combustibles. El FMI continúa con la misma recomendación. La pobreza también continúa en Sudán.
Kenia. Otro país africano al que el FMI le acaba de exigir una mayor reducción de gasto público y una reforma impositiva conocidos mediante el eufemismo “consolidación fiscal”. En enero de 2012 el FMI había evaluado la situación de Kenia y, si bien aplaudió la liberación del tipo de cambio y el endurecimiento de la política monetaria, recomendó el consabido recorte del gasto público que repite como única respuesta a todo. En abril de 2017 otra delegación del Fondo había alabado los progresos keniatas con un crecimiento cercano al 6 por ciento. Pero el 26 de febrero de este año analizó que la economía de Kenia corría serios riesgos por “el alto nivel de endeudamiento”.
Ucrania. En marzo de 2015 el FMI aprobó créditos por 17.500 millones de dólares para Ucrania, de los cuales ya recibió 8.700. La paradoja es que en 2017, recibió un pago de mil millones de dólares, pero tuvo que pagar intereses por 1.268 millones. El ex gobernador del Banco Nacional de Ucrania, Serhiy Arbuzov, ha revelado que el 75 por ciento de las reservas internacionales ucranianas “pertenecen al Fondo Monetario Internacional”. Para obtener la ayuda financiera, Ucrania aumentó las tarifas de gas, liberó el tipo de cambio, bajó impuestos a las grandes empresas y se comprometió a aumentar de la edad jubilatoria de su población, liberar al mercado de venta de tierras agrícolas protegidas por leyes nacionales, despedir al 10 por ciento de los empleados estatales y acelerar el proceso de privatización de los activos públicos.
Se podría pensar que es hasta cierto punto lógico que países con altos niveles de corrupción y economías muy empobrecidas tengan problemas para implementar las soluciones del FMI y fracasen en el intento. Pero, ¿qué pasa con países estables y de economías fuertes como los europeos?
Grecia. El país, que como otros muchos entró en crisis en 2008, utilizó gran cantidad de deuda pública para financiar su déficit. El propio FMI reconoció los errores cometidos en Grecia, al augurar una contracción de 5.5% entre 2009 y 2012 cuando finalmente fue de un 17 por ciento. Tampoco estuvo fino en la proyección del desempleo que calculo en un 15% en ese periodo cuando, en realidad, llegó al 28 por ciento. «Hubo notables fallos. La confianza de los mercados no se logró restaurar, el sistema bancario perdió el 30% de los depósitos y la economía se enfrentó a una recesión mucho más profunda de lo previsto, con un desempleo excepcionalmente alto», indicó el FMI en un documento de revisión del programa de rescate financiero a Grecia de 2010.
España. Los expertos en economía del fondo, también erraron el cálculo en el caso español. Auguraron en 2011 un déficit para España de 6.2%, cuando finalmente fue de un 8,9%. Estimaron que el país podría recuperarse con un rescate de 40.000 millones de euros, pero a los pocos meses agregaron 10.000 millones más pese a que el gobierno del Partido Popular hizo prolijamente todos los deberes encomendados. La recuperación económica posterior podría ser tomada como un indicativo de los aciertos del Fondo. Salvo porque España es hoy el país más desigual de la Unión Europea y mientras crece el riesgo de pobreza, aumentó el número de nuevos ricos asociados a la concentración económica en un 51 por ciento desde el comienzo de la crisis.
La historia se repite con la enrome mayoría de los países atendidos por el FMI. Y en algunos casos la presunta “ayuda” resulta dramática.
Indonesia. La propia Oficina de Evaluación del organismo reconoció que “En Indonesia, la profundidad del colapso hace difícil sostener que las cosas hubieran sido peor sin el FMI”. El cierre de 16 bancos sugerido por el FMI en 1997 para sanear el sistema financiero tuvo como consecuencia una corrida bancaria que profundizó la crisis. De 12 millones de pobres, Indonesia pasó rápidamente a tener 40 millones. El Fondo pidió el recorte de subsidios a insumos básicos, pero el problema claramente era la burbuja especulativa financiera ocasionada por el modelo conocido como “los tigres del sudeste asiático”.
Ruanda Entre 1976 y 1994 la deuda externa de Ruanda creció de 49 millones a mil millones de dólares. El FMI era uno de sus principales acreedores. Impuso una política de desarrollo de té, café y estaño para la exportación en detrimento de cultivos locales que alimentaban a la población. Cuando a mediados de los años ochenta los precios internacionales de esos productos cayeron y la economía entró en una crisis severa. En octubre de 1990, el gobierno de Ruanda firmó un Programa de Ajuste Estructural que consistió en la receta clásica de bajar el gasto público, despedir personal del Estado, congelar salarios y devaluar la moneda local. Además, el FMI obligó a mantener congelado el precio de exportación del café, lo que causó la ruina de miles de pequeños productores. Los préstamos que ingresaban se desviaban a la compra de armamento que fueron usados para el genocidio contra los tutsi. Pese a que el FMI tuvo indicios del desvío de los fondos en 1992, recién en 1993 cortó la “ayuda financiera” a la dictadura ruandesa de Juvénal Habyarimana. La hambruna que provocaron esas políticas sumadas a una campaña oficial contra los tutsi fueron el detonante de un genocidio que costó un millón de vidas.
¿Es el FMI un mal necesario? ¿Se puede salir de una crisis sin sus recetas? Al menos dos países tienen la respuesta:
Islandia. La economía de este pequeño país se vio seriamente afectada por la crisis europea de 2008. El FMI accedió a brindarle un préstamo de 2.100 millones de dólares a condición de un enorme recorte del gasto público con la idea de disminuir el déficit islandés a cero. Además, condicionó el desembolso a que se dé prioridad a las deudas privadas vinculadas con inversores de Inglaterra y Holanda. No obstante, un referéndum realizado en marzo de 2010 determinó que el 93 por ciento de los islandeses estaba en contra de pagar una crisis derivada de acciones de bancos privados y el gobierno islandés optó por tomar la dirección del sistema financiero y aplicar sus propias recetas económicas, entre ellas regular la salida de capitales para evitar la fuga de divisas, una política contraria a las recomendaciones del FMI. El resultado fue que en 2015 pudo cubrir su deuda con el FMI y mantener una política independiente que le permitió recuperarse rápidamente.
Rusia. Se calcula que Rusia perdió cerca del 26% de su renta nacional a causa de seguir los consejos del FMI entre 1992 y 1996. Situación que recrudeció cuando comenzó la crisis asiática de 1997,derivada de errores del FMI en esa región. La edad promedio de los varones cayó de 65 a 57 años, a consecuencia del deterioro social que causó pobreza y desempleo. El resurgimiento de Rusia entre 1998 y 2008, tuvo como base el abandono de las políticas sugeridas por el FMI.
Eduardo Blanco
Editor Red PP