Los daneses aspiran a ser el primer país del mundo que abandone para siempre los combustibles fósiles. Los planes oficiales estiman que ese acontecimiento se producirá en 2050, ocho décadas después de que Dinamarca comenzara a planificar un desarrollo de las energías renovables que tuvo una fuerte participación comunitaria mediante un sistema de cooperativas y municipios que favorecieron la difusión de las alternativas energéticas bajo la premisa de atender las necesidades de la comunidad y beneficiar a los ciudadanos que participan del proyecto.
La crisis del petróleo de 1973 obligó a los daneses a redefinir su política energética. Hasta entonces, el 90% de la energía que utilizaban dependía del combustible importado. Desde entonces, uno de los ejes políticos de los sucesivos gobiernos fue establecer metas para reemplazar esa dependencia mediante el desarrollo de energías alternativas.
Así fue que Dinamarca organizó sus planes energéticos con tres premisas: pensar a largo plazo, consensuar la continuidad de la planificación a través del tiempo y lograr el apoyo comunitario mediante la participación de los ciudadanos en la generación de energía.
Estas características provocaron que los daneses tengan una tradición de suministro energético comunitario. Las cooperativas de consumo y los municipios han tenido en sus manos la producción eléctrica con un sistema que atenía sus necesidades y no se basaba en el lucro que es común a los sistemas energéticos en el mundo.
Si bien los cambios obligados por la unificación de políticas europeas modificaron en parte este sistema social de producción energética, Dinamarca decidió en 2011 mantener por ley el 20% de la participación ciudadana en el sistema de generación de energía. Una medida que es resistida por muchas comunidades que reclaman una mayor cuota para las cooperativas de vecinos y los municipios que lideraron el cambio.
Esa participación todavía puede constatarse en los sistemas de calefacción urbana, fundamentales en las ciudades danesas, que todavía se organizan mediante organizaciones sin ánimo de lucro cuyos propietarios son cooperativas. También en otras regiones como la isla de Samsø. en la que un grupo de habitantes decidió que había que ser independiente de combustibles fósiles en el 2030. Lo discutieron con las autoridades locales, crearon cooperativas y pusieron aerogeneradores y células solares que actualmente cubren un 308% del consumo de electricidad en la zona. El excedente se vende a través de un cable a la península de Jutlandia. Ahora, los isleños quieren integrar a los ciudadanos en el desarrollo del uso de biomasa y biogás para descarbonizar completamente la calefacción y el transporte en la isla.
Vientos populares
El mayor desarrollo de energías renovables danesas se da en la variante eólica. El 50% de los aerogeneradores del mundo está hecho bajo licencia de fabricantes daneses. Ese liderazgo implica un creciente nivel de ingresos y puestos de trabajo. En 2015, esa pequeña nación europea logró el récord de ser el primer país que logró satisfacer el 100% de su demanda eléctrica en un día con el aprovechamiento de los vientos. Normalmente, el 40% del consumo eléctrico es cubierto por esa vía alterativa, cuyo excedente se exporta a Noruega, Alemania y Suecia.
También en esta industria hay una fuerte presencia comunitaria. El parque eólico más grande de Dinamarca, el Middelgrunden, está organizado por una cooperativa formada en 1997, que cuenta con 8.500 miembros. En su página web, los cooperativistas detallan algunas de las razones por las que la energía en manos de la comunidad tiene muchas ventajas sobre los sistemas empresarios tradicionales. El detalle de algunas de esas ventajas incluye:
- La posibilidad de atender mejor los reclamos vecinales porque los socios pertenecen a la comunidad.
- La posibilidad de generar una mayor conciencia de la importancia de las energías renovables entre los ciudadanos.
- Una mejor resolución de los conflictos porque hay una cercanía que no se obtiene con una empresa privada contratada.
- El ahorro en los costos, porque se piensa el proyecto conociendo las características locales.
- La producción local demanda menos líneas de transmisión y ahorra electricidad
- Las turbinas locales son democráticas porque son los vecinos quienes toman la decisión de planificar y decidir sobre la fuente de alimentación energética.
- La producción local brinda a las personas la posibilidad de ser protagonistas del desarrollo energético.
Lo interesante del modelo danés es que más allá de las características particulares de ese país y los aspectos económicos que se deben tener en cuenta a la hora de evaluar un sistema similar de desarrollo energético alternativo, basa su estrategia en preceptos aplicables a cualquier sociedad. Esas ventajas que detalla la Middelgrunden Wind Turbine Cooperative se pueden verificar en cualquier lugar del mundo en el que la participación comunitaria tenga más peso que los intereses lucrativos de las corporaciones eléctricas.
Para más información recomendamos:
https://energiakademiet.dk/en/
http://www.middelgrunden.dk/middelgrunden/?q=en