El cultivo de arándanos apareció en la Argentina a partir de una estricta lógica de negocios, que se resume así:
. Estados Unidos tiene un gran consumo de blueberry (arándano), sobre todo concentrado en una tradición del pastel de arándanos en el Dia de Acción de Gracias.
.Eso abre una perspectiva de hacer negocio en contraestación, ya que el fruto no se presta a la conservación prolongada.
. Quien tiene las llaves de esto es quien sea capaz de vender y que disemine el cultivo, que es perenne.
Así, empezó. Un grupo promotor vendió la idea a pequeñas chacras a 100/150 km de Buenos Aires, que hicieron inversiones cuya administración entregaron a los inventores de la idea.
Los números daban. Solo se había omitido una cosa: la cosecha es manual, frutito por frutito, a lo largo de dos a tres meses. Por lo tanto, se necesita una organización adicional, que agrupe a trabajadores locales. Y si la zona no los dispone, movilizarlos desde otra región del país.
Eso complicó el tema y aparecieron empresas de mayor magnitud que se fueron haciendo cargo y llevando el cultivo a lugar con más trabajadores disponibles. Creció un polo en Concordia, otro en Tucumán y algunos otros menores.
Quedaron atrás las chacritas rentistas. Los capitalistas grandes se comieron a los chicos. Primer paso de manual.
A medida que la oferta fue aumentando, como era toda para exportación, fue aumentando la fuerza relativa de los compradores y empezaron a bajar los precios. Segundo paso de manual.
Ahora apareció Perú como competencia. Con el detalle que en Argentina se paga un jornal de 400$ por cierta cantidad de kilos cosechados y un adicional por mayor cantidad, mientras en Perú se paga 160$/día.
«No somos competitivos». Descubrimos esto cuando en Concordia -el caso que conozco mejor – hay 12 a 15.000 personas que esperan la cosecha, donde van mujeres y chicos que suspenden la escuela, además de los migrantes santiagueños o de otras provincias.
El año pasado la cosecha se suspendió al mes y medio y los frutos quedaron en la planta. Este año ya los empresarios encontraron la solución: Pagarán los 400$, pero por una cantidad mayor cosechada. La «competitividad» se recuperará sobre las espaldas de los trabajadores. Tercer paso de manual.
Y así seguirá. Año a año los trabajadores son la variable de ajuste de una actividad que nunca debió existir así, porque depender de un mercado único y no haber tenido en cuenta la gran demanda de trabajo manual es un error garrafal de quienes la diseñaron.
CON LA GENTE ADENTRO
Concordia tiene una alternativa a la mano, a esta altura del partido.
Es promover el consumo interno de este fruto en fresco o industrializado, de excelentes propiedades, casi desconocidas aquí. Con una condición: Dar prioridad a pequeñas chacras en manos de familias que se hagan cargo de la cosecha y así puedan atesorar la renta que hoy se llevan capitales financieros ausentitas que hacen cuentas de negocios que nada tienen que ver con la lógica de vida de la población local, que dependió del citrus, luego del arándano y la forestación, pero siempre como engranaje menor.
Quien le pone el cascabel al gato? Nadie a la vista. Todos los responsables, con cara de piedra, marcan que si los peruanos administran la miseria, nosotros debemos recorrer igual camino. Todo sea por competir.
Que lo parió, Mendieta, había sido previsible y perverso el neoliberalismo.
Enrique Mario Martínez
23/07/2017