En la Argentina, el día del periodista se celebra los 7 de junio en recuerdo de la aparición, en 1810, de la Gazeta de Buenos Aires, considerado el primer medio independentista del país. Un siglo y medio después, en circunstancias históricas en las que también se debatía sobre la liberación y la dependencia, el periódico CGT de los Argentinos marcó una época decisiva en el periodismo argentino y mostró el camino de una forma de producción popular de un medio que unía las necesidad de los periodistas a expresarse y de los lectores a informarse.
Comenzaba el otoño de 1968 y el secretario general del gremio gráfico, Raimundo Ongaro, comprendió que la idea de enfrentar a los sindicalistas de la CGT que habían pactado con la dictadura de Juan Carlos Onganía y de convencer a los trabajadores de apoyar a los sindicatos que habían formado una nueva central obrera, requería de una comunicación clara de las ideas y las denuncias que la flamante CGT de los Argentinos (CGTA) quería hacer llegar a los trabajadores.
Ongaro tenía el visto bueno de Juan Domingo Perón para confrontar con la CGT “participacionista”, que lideraba el metalúrgico Augusto Timoteo Vandor, un líder sindical que acompañó el golpe militar de Onganía y que discutía espacios de poder al propio Perón. Algunos testigos de una reunión en la residencia de Puerta de Hierro recuerdan que fue el propio ex presidente, exiliado en Madrid, quien le pidió a Ongaro que convoque a Rodolfo Walsh para la dirección del periódico de la nueva CGT.
La publicación nació con la urgencia de la época. La CGTA se había formado el 30 de marzo de 1968, a partir de una ruptura en el marco de un Congreso que los sectores de la CGT que respondían a Vandor abandonaron. Apenas un mes después, el 1° de mayo, editaba el primer número del periódico. Era una experiencia periodística inédita. Ongaro, electo secretario general de la CGTA, y el titular del gremio de obreros navales, Ricardo De Luca, eran los editores responsables. En la redacción se destacaban, además de Walsh, Rogelio García Lupo, Horacio Verbitsky y Carlos Alberto Burgos, además de la colaboración en la ilustración de algunos números de Ricardo Carpani. Otro grupo de “corresponsales” participaba activamente en el aporte de información que no circulaba en otros medios.
El periódico CGT se producía en la sede de la CGTA, de Paseo Colón 731, los obreros gráficos lo imprimían y los militantes de los sindicatos lo repartían y cobraban. De una tirada inicial de 30 mil ejemplares, pasó a ediciones históricas de varios cientos de miles de ejemplares. La idea de Ongaro y Walsh era que esa publicación pudiera llegar a la mayor cantidad de trabajadores y, para lograrlo, el sistema de reparto incluía sindicatos, fábricas, universidades y otros lugares de reunión como las manifestaciones populares. Había una necesidad de un buen número de lectores de informarse acerca de acontecimientos que los medios ignoraban o no podían publicar en sus páginas.
En su breve historia de dos años y 55 números, el periódico CGT no logró tener una periodicidad estable. Al principio se editaba todas las semanas, luego, ya sea por la persecución de los dirigentes, por las dificultades para conseguir el papel o por la demora en recaudar el dinero de las ventas, pasó por ediciones quincenales y hasta mensuales. El decreto del Estado de Sitio del 30 de junio de 1969 empeoró la posibilidad de sacar la publicación. Siete números salieron bajo esa restricción absoluta de las libertades y los cinco últimos fueron editados en la clandestinidad, luego de que la dictadura lo clausurara el 4 de agosto y pusiera a Ongaro en prisión.
Pese a todos estos inconvenientes, el interés por el contenido del periódico de la CGT no decayó. En sus páginas ha quedado registrada una cantidad de información que da cuenta de hechos que ningún otro medio publicó y constituyen documentos históricos. Además, en esas 55 ediciones aparecieron algunas notas que dieron lugar a dos libros esenciales para entender ese período histórico: ¿Quién mató a Rosendo?, de Rodolfo Walsh y Mercenarios y Monopolios en la Argentina, de Rogelio García Lupo.
Cada edición daba cuenta de hechos que no eran de conocimiento público. Las relaciones de los militares en el poder con las multinacionales, cómo estaba creciendo el movimiento revolucionario, los primeros pasos de las incipientes organizaciones guerrilleras, los conciliábulos entre militares y sindicalistas de la CGT Azopardo, la heroica resistencia en las villas a la represión y un registro de los movimientos populares que peleaban contra la dictadura, son algunos de los temas que aparecían en el periódico CGT, casi exclusivamente.
La dificultad que planteaba un endurecimiento de la represión y la persecución de los líderes gremiales complicaron la continuidad del periódico, pero el mayor peso para su cierre llegó desde adentro del propio movimiento sindical que lo gestó. Para febrero de 1970, cuando salió el último número, ya eran evidentes las diferencias que separaban a los dirigentes revolucionarios encabezados por Ongaro, que planteaban una ruptura con las 62 Organizaciones peronistas y quienes sostenían que esa pelea debía darse dentro de la estructura del aparato sindical del PJ.
Ese número que cierra la historia del periódico CGT deja en claro en sus propias páginas la interna que se daba en el interior de esa organización y cómo afectaba la posibilidad de seguir adelante con la publicación. En una de sus últimas notas, la propia redacción denuncia como los propios encargados de repartir el periódico lo estaban empezando a boicotear:
“Por las condiciones en que se hace, es imposible evitar que el periódico aparezca con atrasos, errores y deficiencias de información que estamos tratando de subsanar en la mejor forma posible. Como estas deficincias son reales, y nosotros los primeros en rec0nocerlas, cualquier compañero tiene el derecho de formular las críticas que le parezcan oportunas.
Pero ese derecho a criticar el periódico CGT se gana distribuyéndolo con eficacia, cobrándolo con puntualidad, usándolo como herramienta de trabajo político y gremial, y ayudando a hacerlo, Desacuerdo parciales con el material que se publica no pueden ser pretexto para no distribuir el periódico, ni mucho menos para obstruir su distribución.
La actitud correcta es plantear esos desacuerdos a la Secretaría General o a la Secretaría Gremial. Según el caso, y si la divergencia es fundada, el periódico publicará las rectificaciones que correspondan o enmendará los errores en los que haya incurrido.
Queremos dirigiros a nuestros compañeros para señalarles que tenemos graves dificultades financieras por el atraso con que se paga el periódico. La demora en pagar un número quince días o un mes puede parecer desprovista de importancia, pero cuando se suman las demoras parciales, nos conducen a un callejón sin salida”.
La CGT de los Argentinos duró tres años más, hasta 1973. Pero en ese período no volvió a sacar un medio propio y su papel de impulsora de una renovación a fondo del sindicalismo quedó desdibujado ante el apoyo del líder justicialista a la estructura histórica que lo volvía a erigir como el conductor indiscutible.
Las ediciones del periódico CGT quedan como testimonio de una experiencia de comunicación popular pensada desde el derecho a la información de sus lectores. También es un testimonio de la complejidad del momento histórico en el que apareció, creció y dejó de publicarse. Una aventura vertiginosa que casi medio siglo después mantiene el vértigo y la pasión del buen periodismo.
Los 55 números del periódico CGT pueden consultarse en el siguiente link: