Portugal es el primer país del mundo que destina una partida de dinero público a nivel nacional para que los ciudadanos propongan y elijan proyectos de forma directa. Mañana vence el plazo de los denominados Encuentros Participativos regionales para la etapa de presentación de ideas que surgen en sus reuniones. La mayor cantidad de propuestas tiene que ver con el desarrollo de la agricultura de baja escala, con ideas que van desde ferias locales de productores hasta el fomento de la agricultura familiar de montaña para que los jóvenes no abandonen esa tradición.
La economía de Portugal es la estrella de quienes plantean alternativas a las recetas liberales. Desde 2015, aplicó una política contraria al ajuste y logró bajar el desempleo y el gasto fiscal, y subir los salarios y las pensiones. Uno de los aspectos menos conocidos de este cambio de rumbo respecto al ajuste que se operó entre 2011 y 2014, es la decisión de impulsar a nivel nacional una política de partidas presupuestarias para que los ciudadanos decidan en qué gastar el dinero público.
Los portugueses dispondrán en 2017 de 3 millones de euros para gastar en proyectos que propongan directamente al gobierno de su país. La cifra no es significativa, pero pone a los lusos en el inicio de un camino de participación popular en el gasto del dinero público que no tiene antecedentes a nivel de una nación.
Este viernes 21 finalizará la etapa de presentar propuestas y a partir de junio se empezarán a votar los proyectos para que se decida en cuáles se invertirá la partida asignada. Las presentaciones son ideas que surgen de los encuentros participativos regionales, que extendieron por todo el territorio portugués.
En la segunda quincena de mayo se publicarán todos los proyectos para conocimiento de los ciudadanos. Entre junio y el 15 de septiembre se podrán votar las propuestas y a fines de septiembre se dará a conocer cuáles los dos proyectos ganadores.
Entre las propuestas presentadas abundan las de huertas comunitarias, promoción de cultivos nacionales en las escuelas, aumentar el presupuesto de las bibliotecas nacionales para incentivar la lectura, el apoyo a los pequeños agricultores de montaña para que puedan transmitir esa cultura agrícola a las nuevas generaciones, apoyo tecnológico a los agricultores y la creación de ferias de productos locales.
El espíritu de estas reuniones populares puede ser comprendido con una de las conclusiones de una asamblea realizada en Lisboa, donde se remarcó la intención de lograr “una ciudad activa, donde florezca una economía al servicio de las personas, capaz de garantizar el derecho a un trabajo decente y promover el desarrollo sostenible”. En esa ciudad, el número de participantes en las reuniones para discutir proyectos aumentó de los 1.100 participantes de 2008, cuando se implementó el sistema, hasta los 58 mil ciudadanos que participaron en 2016.
La modalidad de presupuesto participativo está generalizada en gran parte de los países occidentales, pero en general son partidas restringidas al ámbito de ciudades, provincias o regiones, los portugueses son los primeros que tendrán partidas presupuestarías participativas a nivel nacional.
En la Argentina, esta modalidad nació hace 14 años en la ciudad de Rosario. Pese a que la mayoría de las provincias ha implementado algún tipo de modelo de presupuesto participativo, en la práctica no ha tenido resultados satisfactorios. Hay 11 millones de argentinos que viven en ciudades con presupuesto participativo, pero la mayoría desconoce el sistema y las formas de presentar propuestas. La escasa difusión y los exiguos montos destinados desalientan la participación de los ciudadanos. Como muestra comparativa, la Ciudad de Buenos Aires destinará este año apenas 3 millones de los 12 mil millones de pesos que piensa gastar en 2017, mientras que la ciudad de París destina 110 millones de dólares.
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http://www.huffingtonpost.com/apolitical/portugal-announces-the-wo_b_12685616.html