Con motivo del décimo aniversario del comienzo de la crisis financiera 2008-2009, el diario El País, de Madrid, publicó una columna del economista Antón Costas en la que subraya un dato que pasó inadvertido para los medios durante la última reunión mundial de representantes de bancos centrales. «En la reunión de gobernadores de bancos centrales que tiene lugar todos los años en agosto en Jackson Hole (Virginia, EE UU), la de este año ha traído una novedad. Por primera vez, en la agenda de la reunión se prestó atención a la concentración empresarial como responsable de los bajos salarios y la desigualdad».
Respecto de las medidas que se están tomando para evitar una nueva crisis, Costas es pesimista: Con la perspectiva de estos diez años se puede afirmar que los gobiernos y las élites financieras lo que han pretendido con los rescates y pequeños retoques es volver al mundo anterior a 2008. No han comprendido que esta crisis ha sido el anuncio del fin de un modelo económico, político y social que ha llegado a su agotamiento”.
“La evidencia de que es así es que los impactos de la crisis han ido de la economía a la política y más allá. El descontento social no es sólo por la crisis financiera y económica, sino una reacción contra la hegemonía de unas élites que han roto el contrato social que sostuvo la economía social de mercado y el Estado social de la posguerra. Ese descontento ha traído, como ocurrió en los años veinte y treinta del siglo pasado, una ola global de populismo político nacionalista. La raíz profunda de este descontento con el modelo económico que emergió en los años 1970 es el hecho de que la prosperidad económica ha aumentado de forma espectacular pero el bienestar de la mayoría, no”.
“No creo que sea necesario pararse a dar noticia del aumento de la desigualdad. La evidencia es apabullante. Ha habido crecimiento, pero ha beneficiado sólo a unos pocos. El 1% de los muy ricos es un colectivo formado en buena parte por altos directivos de las grandes corporaciones y fondos de inversión. Son una nueva aristocracia del dinero que ha sustituido a la vieja aristocracia de la tierra del “ancien régime”, pero sin el sentido de que “nobleza obliga”. Una nueva aristocracia cosmopolita y apátrida que ha roto el contrato con los que se han quedado atrás, tirados en la cuneta, sin empleo, ingresos ni expectativas”.
Pueden leer la columna completa aquí:
https://elpais.com/economia/2018/09/07/actualidad/1536333591_827747.html