En Buenos Aires se está desarrollando la Semana del Teatro Comunitario, un movimiento de cultura vecinal surgido por iniciativa de más de 60 grupos que desde hace años producen obras de forma vocacional. Hasta el 26 de noviembre podrán disfrutarse de 16 obras de forma gratuita o con entradas a la gorra en diez barrios de la Ciudad de Buenos Aires, bajo el lema “Teatro de Vecinos para los Vecinos”.
“El Teatro Comunitario nace de la comunidad para la comunidad. De la voluntad colectiva de reunirse, organizarse y comunicarse. Parte de la idea de que el arte es un agente de transformación social con la convicción de que toda persona es esencialmente creativa. Su búsqueda estética aborda tanto la comedia como la tragedia, pero nunca el drama psicológico; lo épico desde lo colectivo. Es autoconvocado y autogestivo; es una forma de pensar, vivir y hacer política que no tiene filiaciones partidarias ni religiosas. El teatro comunitario busca recuperar con su arte al espacio público como escenario: la calle, los parques y las plazas”.
La declaración de principios enunciada en la página web de la Red Nacional de Teatro Comunitario manifiesta con claridad la búsqueda asociativa de este movimiento surgido con la recuperación de la democracia en 1983, a partir de la experiencia de un grupo del barrio Catalinas Sur, de La Boca, que participaban de talleres de teatro vocacional. Esa iniciativa fue profundizada a partir de 1988 por el director Ricardo Talento, con la creación del Circuito Cultural Barracas. La experiencia fue creciendo a partir del impulso que estos grupos dieron a otras expresiones barriales que se estaban formando. Así se formó la Red Nacional que tiene presencia en seis provincias argentinas con más de 60 grupos consolidados.
Pueden consultar la programación de las obras aquí:
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Pa’ recordar no más, vaya este genuino Armando Tejada Gómez, que lo comenta por mí.
El compadre
El compadre, ya Juan, se empina y dice:
Patria, amor mío, quiero juntar todas las ganas,
todo el guitarrerío donde tu pueblo canta
para que, copla a copla, nos vayamos sabiendo
el tamaño, la furia, la herencia solidaria;
ese modo de sernos uno al otro, camino
o río tumultuoso o historia castigada,
mientras que a golpe vivo de miseria aprendemos
que hay que empuñarse el rumbo sin pleito sin abogados,
porque siempre nos joden, siempre nos joden, patria,
siempre los comedidos nos lleva a otra parte
y basta! ya está basta! terminémosla, patria!
y juntemos a todos en una misma gana
para voltear el odio, el miedo, la miseria
y avanzar con el rostro nacional por el alba.
Digo que un hombre solo, sólo es un hombre, digo
que tiene su misterio el hombre solitario,
pero ya estoy cansado del misterio gratuito,
de la soledad pura y el silencio importante;
ya no quepo en la luna de tanto andar las noches
tuteándome con todos los duendes de la calle;
digo que un hombre solo, sólo es un hombre solo
y que no tengo tiempo de amparar solitarios.
Tanto andar, tantos pasos por las calles en vilo,
cuánto que uno se busca, tanto que hemos andado
-no digamos que todos, pero la mayoría-
buscando el fundamento de lo que nos separa,
de eso que no nos deja reunir la alegría
y repartir a todos la sal, el pan y el agua,
esos tres elementos de que se nutre el grito,
el himno que supimos y el amor que nos salva,
tanto y cuánto que gasta la historia con nosotros
para que nos unamos de una vez por debajo
y sin embargo cuesta y sin embargo tarda
y sin embargo hay alguien que caerá mañana,
alguien que hoy no ha comido con los hijos mirándolo,
mirándonos, mirando tus cereales, patria.
Sumar uno más uno hasta llegar al hombre,
al país que dijimos sin olvidar a nadie,
súmame, patria, el niño que te ha visto vestida
de estival y muchacha con los sueños al aire
pero con lo labriego, con lo gremial del canto,
súmame lo de todos, cuéntame padre y madre
porque así es como puedo soñarte el horizonte
y una dulce pradera de pan multiplicado.
Hay que juntar las ganas y contar desde abajo,
vamos uniendo rostros, manos, sueños, olvidos,
flor turbamulta quiero, a la altura del día
el regreso de todo lo que fue sumergido.
A partir de esta calle no hay posible regreso,
no hay otro pacto que éste, pero sin apellidos
y no es fácil ni pronto, ni ya voy ni gemidos,
ni discursos ni curas, ni general ni edictos,
no hay arreglo, no hay nada que hacerle en este asunto:
hay que juntar las ganas, organizar el grito
y despertar de pronto como un solo estallido.
Patria, amor mío, es hora, se han cumplido los siglos,
estoy fundiendo todas las manos de tus hijos,
aguarda que ahora tengo el corazón al viento
y en el viento un aroma popular encendido.
Espéranos, iremos por los barrios hermosos
donde el día transcurre custodiado de niños,
diciéndonos que es grave pero bello tenerte
limpia de capataces metálicos y cínicos.
Espérame. Esperemos. El último ha salido.
Hay que marchar con todos para soltar la aurora
de adentro de tu pueblo como un inmenso río
por donde irá la vida liberada cantando:
ya vuelvo, amor, América, espérame en el trigo.